Donald Trump no quiere renunciar a ser la estrella, el fenómeno de la campaña, el aspirante que rompió todas las reglas de juego establecidas. Va a ser su estrategia hasta el final. El último paso en su escalada ha sido el derenunciar al debate republicano de hoy en Des Moines (Iowa), cuatro días antes de los caucus que el próximo lunes van a empezar a dilucidar el proceso de primarias. Pero no es un mero desplante a sus rivales en la carrera. Es un pulso a la todopoderosa cadena de televisión Fox, la más influyente en el mundo conservador, cuya moderadora, Megan Kelly, está predispuesta contra él, alega.
Empeñado en demostrar que es el candidato (y el futuro presidente) imprescindible, el Trump más arrogante asomaba ayer cuando retaba a la Fox «a ver cuánta audiencia y publicidad van a tener sin mí en el debate». Y acto seguido anunciaba su propio evento televisado a la misma hora.
El magnate está lanzado. Su amplia ventaja en las encuestas nacionales le da alas. Horas antes de su insólito anuncio, un sondeo reflejaba que dos de cada tres votantes republicanos ya avalan su candidatura. Aunque en Iowa, y quizá por eso su órdago, su diferencia con Ted Cruz es mínima. El perfil de conservador evangélico del senador de origen hispano conecta muy bien con las bases en el estado del Medio Oeste.
Críticas a las mujeres
No es nueva la guerra entre Trump y la televisión del grupo propiedad deRupert Murdoch, también dueño del diario neoyorquino «The Wall Street Journal». Desde que el magnate planteara su candidatura, el millonario australiano ha preferido siempre apoyar a los candidatos del establishment.
La primera chispa surgió cuando en el anterior debate moderado por la célebre presentadora de la Fox, Kelly, preguntó a Trump por sus últimos insultos a las mujeres, todos ellos ciertos, pero que incomodaron al millonario. En sus quejas posteriores, Trump llegó a insinuar que la periodista podía estar con el periodo.
La pregunta ahora es si Trump puede morir de éxito. Por primera vez, muchos analistas hablan de riesgo y de exceso en la apuesta. Nadie discute que ha marcado los tiempos hasta hoy. Sin embargo, surgen las dudas sobre si el millonario neoyorquino no ha enviado un bumerán que puede volverse contra él.
Jon Karl, periodista de la cadena ABC, se preguntaba ayer si Trump no está ahondando en su única debilidad: «El temperamento para ser presidente».Y argumentaba: «En un país donde a la gente le gusta la pelea y el debate, su excusa para rehuirla puede debilitarle». Ayer, Cruz, su principal oponente en Iowa, también aludía a la debilidad del magnate, a quien además retaba a un «debate cara a cara».
El diario «Los Angeles Times» sugería que Trump lo arriesga todo en su pugna con la cadena de televisión, en una suerte de doble o nada en Iowa. Una derrota en ese estado le dejaría seriamente tocado.
Aunque sea la más sonada, no es la primera vez que un aspirante renuncia a un debate con Iowa como escenario. Y el precedente no favorece a Trump.En 1980, fue Ronald Reagan quien prefirió no debatir con George H. Bush, quien acabó venciendo en los caucus.