- Primeras medidas contra el régimen desde el acuerdo nuclear el pasado julio
Vuelve a dispararse la tensión en las relaciones entre Estados Unidos e Irán. Nunca han sido una balsa de aceite, ni siquiera tras el acuerdo nuclear que firmaron ambos (con la UE y Rusia) en julio. Pero la decisión norteamericana de sancionar al país persa por el desarrollo de su programa de misiles balísticos devuelve la tensión a dos países enemigos a partir de la instauración del régimen de los ayatolás, en 1979. Desde que el pasado noviembre Naciones Unidas denunciara que Irán había violado la resolución contra el programa iraní, en dos pruebas de misiles consecutivas, el Tesoro norteamericano ha ido ultimando un paquete de sanciones que se espera se anuncie esta próxima semana. Dos corporaciones, una filial y su subsidiaria, radicadas en Emiratos Árabes y Hong-Kong respectivamente, que compran y producen fibra de carbono para los misiles, y cinco altos cargos del Ministerio de Defensa iraní son el objetivo. No parece que las amenazas del régimen de que se pone en riesgo el cumplimiento del pacto nuclear vayan a servir de freno.
Las medidas de castigo obligarán a Estados Unidos y a otros países, oficialmente, a no comerciar con ambas firmas, además de que los bancos norteamericanos congelarán sus cuentas y propiedades dentro del sistema financiero. La Administración Obama argumenta que el programa de desarrollo de misiles balísticos incluye una estrecha colaboración entre Irán y Corea del Norte, consistente en la compra de componentes por parte del país asiático (a través de su corporación pública Development Trading Corporation). Dentro de esa cooperación se incluye el envío de técnicos iraníes a Pyongyang, la capital norcoreana, para el asesoramiento y trabajo conjunto con sus industrias de defensa, con el fin de desarrollar y mejorar el equipamiento de nuevos misiles. Frente a la determinación estadounidense, Irán reconoce que el programa de misiles está en marcha, pero asegura que no viola la resolución de Naciones Unidas y lo justifica en propósitos estrictamente defensivos.
Más allá de las declaraciones altisonantes en el tira y afloja de ambas administraciones, todavía en la primera fase de cumplimiento y revisión del histórico acuerdo nuclear, uno de los logros políticos que atribuye Obama, hay quienes consideran menores las sanciones previstas. A su juicio, la Administración estadounidense intenta no dar munición a los críticos del actual presidente iraní, Hassan Rohani, a las puertas de las elecciones en el país persa, previstas para finales de febrero. A Rohani se le acusa en los sectores más duros de haber cedido a las pretensiones norteamericanas con el pacto para frenar la escalada nuclear a cambio de poner fin a unas sanciones que estaban ahogando económicamente al país.
Incidente en Ormuz
El desarrollo del acuerdo ofrece una doble cara. Mientras Teherán ha transportado estos días 25.000 toneladas de urnaio enriquecido a Rusia, en cumplimiento de las condiciones previas para seguir avanzando en el acuerdo, se producía un grave incidente en el estrecho de Ormuz, cuando un buque de la Armada iraní llevó a cabo maniobras con «cohetes no guiados» muy cerca de un portaaviones estadounidense y de los barcos de guerra franceses que sirven de apoyo para la ofensiva militar contra Estado Islámico en Siria.
El senador republicano John McCain, que exigió medidas contra el país persa, acusó a la Administración de Barack Obama de «una actitud blanda por temor a que Irán se aleje del acuerdo nuclear».