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LOS GEMIDOS DEL PLACER Y SEXOHORÓSCOPOS DEL 4 AL 10 DE ENERO DE 2016  

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Por: EL CAPITÁN LUJURIA

gemidosEra otra noche de calor. Era como un mal sueño repetitivo. Hacia un mes que me había abandonado mi mujer y mi mente enloquecía recordando no sólo sus enormes caderas en movimiento, sino sus sonidos de placer. Empecé a sudar. Y para colmo mis vecinos me despertaron con sus jadeos coitales explosivos y el rechinido de su catre. Estaban cogiendo.

 

-¡MMMM, HÁZMELO MÁS FUERTE MI AMOR, AHHHHH, NO PARES, UFFFF, QUÉ RICO! ¡UMHF!

 

-¡Ya cállense! –aullé-, ¡dejen de hacer ese ruido infernal!

 

Me acerqué a la pared y di varios golpes sin recibir respuesta. Entonces escuché una mareante canción cachonda. De hecho era una de mis favoritas: Let’s Stay Together, interpretada por Al Green. Continuaron con su rutina salvaje. Sus jadeos y el ruido acelerado de las nalgas de ella chocando sudorosamente contra la pelvis del vejete me pusieron a cien.

-¡OOOHHHH, SI, SI, MÁS RÁPIDO, N-MMMMMHH, MUÉVETE MÁS PAPACITO, SI, SI, UJ, UJ, UJ, MMMM, SIGUE, SIGUE HASTA QUE ME ABRAS EN CANAL! ¡DURO, MÁS DURO!

El volumen de los gemidos aumentó. Entonces comencé a meneármela, ahí pegado a la pared –me sentí como Billy Maplewood, el pervertido acosador telefónico de la hermosa Lara Flynn Boyle en la perversa comedia negra Happiness (1998), de Todd Solondz-. Se la cepilló un poco más, entonces de repente ella pareció llegar al clímax, haciendo todos los sonidos adecuados.

 

-¡ME VENGO, ME VENGO! ¡AHHHHHHHHHH! –gritó ella-.

 

Eso me calentó y justo cuando mi vecina acabó, me derramé en la pared, imaginándome que lo hacía dentro de ella, en su diafragma. Luego me tumbé y aquella noche dormí como un angelito.

Deje de mirarme el trasero, señor

¿Quién no se ha masturbado mientras oye los grititos de la vecina, mientras se la bombean al otro lado de la pared? ¿O quién no se ha excitado escuchando los jadeos amorosos de su propia cachorrita? Para la mayoría, los gemidos sexuales son un elemento erótico irresistible. Hasta el punto de que su difusión está prohibida. Basta con que una pieza musical incorpore algunos de estos susurros para que sea inmediatamente prohibida en la radio comercial. Recordemos el extraordinario tema Je t’aime… Moi non plus (Yo te amo, Yo tampoco), interpretado por Jane Birkin y Serge Gainsborough, en el que ambos entremezclan potentes jadeos y suspiros viscosos, así como frases sucias. En 1969 causó escándalo mundial e incluso el Vaticano protestó por su difusión, al grado que surgió una versión más amelcochada –claro, sin suspiros- con Ray Conniff.

Pero hoy en día, los sonidos del amor son los grandes olvidados a la hora del mete-saca y a lo mucho ocasionan uno que otro sonrojo. Sólo los antiguos les concedieron relevancia. Para el poeta Ovidio (43 a. C.-18 d. C.) eran tan importantes que debían fingirse -como ahora lo hacen millones de mujeres insatisfechas- si no salían de forma natural y espontánea. Vatsyayana, autor del Kamasutra, aconseja imitar los gemidos eróticos de los animales y berrear babeante como un macho cabrío, mugir como los toros o relinchar como los caballos tras follarse a la hembra. Sexólogas como Jenny Hare, autora de Think Sex (2000), defienden que la voz es una “zona erógena”, y una de las más importantes. Yo me vengo nada más de recordar los jadeos de las cachondísimas Susana Zabaleta y Regina Orozco, mientras interpretaban sus experiencias viscosas en la extraordinaria obra Los monólogos de la vagina, de Eve Ensler, que se caracteriza por sus diálogos explícitos. ¡Ufffff! No en vano, la voz está conectada con las hormonas sexuales, y cuando éstas se disparan, en la pubertad, cambia el tono. Además, los jadeos y gruñidos son los primeros síntomas de la excitación femenina, lo que significa que estás haciendo bien tu tarea.

Por supuesto, los hombres también jadean, pero suelen reprimir sus emociones. Nada más iniciado el faje, el ritmo cardiaco se acelera, elevándose la cifra normal de 80 pulsaciones por minuto a 100. Lo mismo ocurre con la presión sanguínea, que de 120 sube a 200. En el momento del orgasmo, ambos llegan al doble. Para conseguir mantener semejante ritmo, los pulmones deben inhalar más oxígeno; para facilitarlo, se abre la boca, se dilatan las aletas de la nariz y la respiración se hace más profunda y más rápida, y se acaba convirtiendo, al acercarse el momento del orgasmo, “en prolongado jadeo, a menudo acompañado de rítmicos gemido o gruñidos”, según dice el antropólogo sexual Desmond Morris.

De esta forma, podemos asegurar que los sonidos sexuales son involuntarios, inevitables y acontecen por causas fisiológicas, lo cual no nos diferencia de los animales que pían, croan o braman durante la cogedera. Pero, con un poco de picardía, cachondería y práctica, se puede superar el condicionante animal y hacer de los jadeos todo un arte.

“¡Así, así, más duro, no pares!”

Los gemidos son un excelente medio para guiar a nuestra pareja en lo que nos apetece, para confirmar una caricia adecuada o expresar, simplemente, la dicha que sentimos con el contacto.  Es claro mecanismo de retroalimentación, cuanto más confiado y cómodo se siente uno con su pareja, tiene lugar un mayor intercambio de jadeos.

Aunque muchas personas optan por la sequedad, la oscuridad y la discreción a la hora de intercambiar fluidos, muy a menudo, echar obscenidades y todo el ruido que se desee por la boca multiplica de forma notable el morbo y la excitación a la hora de echar pata, sobre todo en las chicas. Por regla general, en los encuentros íntimos los hombres quieren (por orden de preferencia) coger, caricias y hablar, mientras que las mujeres buscan todo lo contrario: hablar, toqueteos y, si se tercia, sexo.

Según los especialistas, desde el punto de vista anatómico-fisiológico, los seres humanos se dividen en tres grupos: visual, auditivo y táctil. Aunque siempre hay otros mixtos, que utilizan todos los sentidos por igual. Dependiendo de esto, las personas auditivas necesitan y generan los estímulos auditivos. No obstante, lo que excita a cada persona depende mucho de lo que cada cual tenga en la memoria. De ahí que los sonidos sexuales puedan dividirse en sonidos tiernos o románticos, palabras que tengan que ver con lo que va a pasar, insultos, ruidos y jadeos. Estos sonidos lúbricos pueden ser involuntarios o no, pero siempre generan cambios en la expresión facial. No obstante, el efecto que estos sonidos puedan provocar en el receptor dependerá mucho del tipo de recuerdos auditivos y de la peripecia vital de los implicados en la relación sexual.

Habrá quien se ponga a cien con los alaridos de placer de su pareja y habrá quien se quede helado. Y, por supuesto, son multitud los que se rinden al poder seductor de la música, que sirve como estimulante erótico, para entrepiernarse o enriquecer el fucking. Al parecer, las baladas rockeras o de soul (Smooth Operator, de Sade, Unchained Melody, de The Righteous Brothers, Let’s Get It On, de Marvin Gaye, o Still Got The Blues, de Gary Moore), la salsa (Lo quiero a morir, Mueve la batidora, nena, Ven devórame otra vez, No te metas con mi cucú o cualquier tema de Oscar De León) o rolas de la talla de Si no te hubieras ido, de Marco Antonio Solís, son las músicas que más excitan la sexualidad humana aunque, como dicen los especialistas, todos los sonidos repetitivos son estimulantes eróticos: de hecho, cuando se organizan orgías o se baila en un rave siempre se eligen músicas repetitivas (Yo soy sexy, sexy)como la de Tricky, pues enloquecen a todos con los explosivos jadeos coitales que se escuchan entremezclados con la música (Abbaon Fat Tracks, por ejemplo).

Como el hombre es un animal racional -eso dicen-, no se limita a gruñir y soltar onomatopeyas durante el coito: a veces, también habla. Y de forma sucia, claro. Aunque cada maestro tiene su técnica, las palabras más usadas en el lenguaje erótico son los insultos y las expresiones humorísticas, cariñosas o infantiles. Pero, en cualquier caso, la mayoría de los hombres y las mujeres consideran el lenguaje erótico o sucio como algo imprescindible en su vida sexual. Así las cosas, los expertos recomiendan subir gradualmente el tono de las palabras: desde “mi amor” hasta “mi putita” hay  tanta distancia como de los pies a la cabeza. Lo que está claro es que a la mujer le encanta… que le digan lo que quiere oír (que está muy buena, que su panocha peluda es excitante o que lo chupa muy rico).

Pero incluso las conversaciones sucias pueden llegar a convertirse en obsesión. La coitolalia es una parafilia basada en la necesidad obsesiva de decir palabras cachondas o insultos húmedos. Por el contrario, la fonofilia es la afición desmesurada a escuchar obscenidades durante el acto sexual. Probablemente, una fonófila y un coitólalo serían la pareja perfecta y estarían todo el día dale-y-dale, sin hacer nada más, pero lo más sano y recomendable es no centrarse en un solo aspecto del sexo y gozar de una vida carnal plena y poliédrica. ¡Ay, ay, ay, así mamacita, más rápido! ¡Ahhhhhh!

Let’s Fuck!…..

Es tiempo de los sexohoróscopos

ARIES.– Ya no sufras por tus ex mujeres, pues lo más seguro es que siguen chupeteándole los cojones a esos hijos de Mancera con quienes en su momento las encontraste en tu propia cama. Resígnate, tienes sangre de cornudo. Suaviza tu dolor rascándote los sobacos.

TAURO.- Durante esta segunda semanadel Nuevo Año te entregarás con pasión a tu salvaje arte de aflojar la nalga. Bien por ti, pero ten cuidado. Tu idea de que los mejores lame coños son los que viven rodeados de latas vacías de cerveza y montones de basura por todas partes te ha traído muchas desilusiones.

GÉMINIS.- Te pones cachondo cuando estás crudo, es decir a diario. Pero ya tienes a tu mujer hasta el gorro. Recuerda que no a todas les gusta ser bombeadas bestialmente por tipos a quienes les apesta el semen a ron rancio y que se excitan derramándolo por la cara de sus amantes. Trara de ser más considerado.

CÁNCER.- Eres la mejor besucona de Mérida la Bella. Eres tan caliente, pero tan caliente que todos te dicen la kola loka plus. Está bien que te involucres en los problemas de tus vecinos, pero no por eso tienes que andarles metiendo la lengua en el cicirisco. No es pa’tanto.

LEO.- Pese a que estamos en pleno invierno, andas como burro en primavera. Todo el día estás jarioso y te masturbas continuamente. Te coges a tu mujer por la noche y luego le sigues jalando el cuello al ganso. Ya hasta te compraste un masturbador de baterías. Cuida tu salud. Tus ojeras te delatan.

VIRGO.- Mamacita. Pese a que anhelas encontrar a un hombre bueno y cariñoso, te la vives chupándosela a machos calientes, borrachos y apestosos. Afloja el cuerpo pero date tu lugar.

LIBRA.- Capullito, tienes una enorme picha, pero es lo único que tienes. Lo peor es que piensas que es lo único que hay que tener. Y sólo eso eres: una enorme polla con cerebro de gusano. A las mujeres también les gustan los detalles amorosos. ¿O no se te hace muy extraño que tu esposa, muy perfumadita, se tarde cuando va por el pan? ¡Aguas!

ESCORPIÓN.- Te empeñas en quitarle a tus amantes la alegría de vivir. Sabes que son celosos y aun así andas por ahí con minifalda y sin calzones. Por lo menos ten cuidado al agacharte, pues ya todo el rumbo conoce tu profundo y oscuro tercer ojo.

SAGITARIO.– El tiempo no pasa en vano. A tus 32inviernos tienes aspecto de un viejo cerdo y para colmo ya te da mucha güeva metérsela a tu esposa. Pero no la friegues, sólo tiene 20 añitos. ¿No te calienta saber que son sus deditos los que satisfacen su natural apetito sexual mientras tú haraganeas y le acaricias los huevos a tus cuates?

CAPRICORNIO.- Luego de ese retiro espiritual tan necesario en tu vida, esta semana, tu agenda estará llena de penes viscosos y revolcones furiosos. Estarás totalmente disfrutable.

ACUARIO.- Luego de cinco años de no cogerte a una mujer y de estar bajo tratamiento con viagra y cialis, te has convertido en un perro caliente ambulante. Pero no te preocupes, pues el sexo no será tu problema este 2016. Tu coño ideal está a la vuelta de la esquina.

PISCIS.- Eres una dadora de placer natural y te excita saberlo. Por eso te encabrita que a tu quinto marido ya no se le pare cuando le lames el prepucio. Pero oye, no tienes llenadera. Hasta el sexo se vuelve aburrido cuando lo hay en exceso. Es tiempo de adquirir un consolador castigador de diez velocidades.

 

 

 

 

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