Por: Jorge CARRASCO ARAIZAGA
A golpe de propaganda, el gobierno de Enrique Peña Nieto pretende hacer virtud de sus incapacidades. La reaprehensión de Joaquín “El Chapo” Guzmán se ha convertido en una intensa campaña propagandística para sepultar las complicidades que desde su gobierno permitieron para que el capo sinaloense se fugara hace medio año.
El escepticismo con que la recaptura fue recibida en la prensa extranjera se debió a que el gobierno mexicano le ha dado vuelta a las responsabilidades que hay detrás de la evasión de Guzmán Loera.
Cuando ocurrió la fuga, la pregunta fuera de México era por qué Peña mantenía en su cargo al principal responsable político del fiasco, el secretario Miguel Ángel Osorio Chong.
De él dependían directamente los encargados de vigilar al narcotraficante más buscado del mundo: la Comisión Nacional de Seguridad, la División de Inteligencia de la Policía Federal y la entidad responsable de los penales federales, el Órgano Administrativo de Prevención y Readaptación Social. Excepto a la coordinadora de prisiones federales Celina Oseguera Parra, Osorio sólo movió a quienes ocupaban esos cargos.
También se mantuvo el director del principal aparato de información del Estado mexicano, el Centro de Información y Seguridad Nacional (Cisen). Una eventual salida de Eugenio Ímaz tendrá que ver más con asuntos de salud que por su fracaso en detectar las operaciones de Guzmán dentro y fuera del penal del Altiplano.
En los países donde la rendición de cuentas ha provocado la caída hasta de presidentes, la permanencia del secretario de Gobernación profundizó las dudas sobre el compromiso de Peña para hacer respetar el Estado de Derecho.
Mientras en el mundo ese ha sido el tono de la cobertura a la recaptura, en México el gabinete de seguridad está desbordado en una borrachera de algo que presentan como un éxito cuando en realidad es la enmienda de un fracaso que ellos mismos propiciaron.
Las dependencias que participaron en la detención de Guzmán no han dejado de filtrar, cada una por su lado, los pormenores de la recaptura.
En mayo de 2013, Peña le dio al portavoz de su gobierno, Eduardo Sánchez, el cargo de vocero del gabinete de seguridad. O Sánchez está propiciando las filtraciones o está totalmente rebasado por cada una de las dependencias del gabinete de seguridad interesadas en que se sepa lo que hizo cada una para atrapar a El Chapo.
El gobierno ha optado por soltar pedazos de información a periodistas para convertirlos en meros propagandistas. Es la misma prensa que ahora amerita a Osorio Chong como presidenciable.
El despropósito no puede ser mayor. Es la distorsión de la vida pública: premiar a quien colocó a México en el hazmerreír ante el mundo.
Es tal la descomposición institucional y social en el país que ya se toma en serio la posibilidad de que alguien puede ser presidente de la República gracias a lo que haga o deje de hacer con un jefe del narcotráfico.