Editorial El Universal
En México el precio de la gasolina es una decisión de gobierno y no del mercado; por esa razón es que durante muchos años se han visto altibajos en los precios del combustible en otros países, mientras aquí siempre se han visto a la alza. Sin embargo, esa situación se modificará a partir del 1 de enero de 2018, cuando el costo de la gasolina se regirá completamente por las reglas de la oferta y la demanda, así como por la cotización internacional del petróleo.
La liberalización del precio no puede ser más rápida, debido a la dependencia que ha tenido el gasto público por los recursos que ingresan por la venta del combustible.
En 2016 y 2017 se vivirá una transición hacia la liberalización. El precio podría bajar o subir, pero estará sujeto a un mínimo y a un máximo: si a nivel internacional disminuye el precio de la gasolina, en México sólo podrá bajar tres por ciento respecto al precio que mantuvo todo 2015; por el contrario, si la gasolina a nivel internacional aumenta hasta 10 por ciento, en México sólo se elevará 3% en comparación con el precio que rige este año.
En ambos casos el gobierno mexicano seguirá obteniendo cuantiosos recursos, debido a que los precios están todavía muy por encima del promedio que prevalece, por ejemplo, en Estados Unidos. En México la gasolina Magna se vende en 13.57 pesos por litro, 4.42 pesos más cara que en que en el país vecino, y el diésel se comercializa en 14.20 pesos, 3.77 pesos más caro.
En seis días, se verá por primera vez una reducción en el costo del combustible. El precio para el primer día de 2016 será tres por ciento menor al que prevaleció durante 2015, por lo que el litro de la gasolina Magna, la más consumida en el país, quedará en 13.16 pesos.
Lograr la despetrolización de la economía nacional ha sido uno de los retos más importantes de las últimas décadas. Desde mediados de los 80 México apostó por la liberalización de la economía, pero el petróleo siempre estuvo a resguardo del gobierno, pues por varios años los ingresos por venta de hidrocarburos han sido el sostén de las finanzas públicas. No había otra forma, ya que el país era prácticamente monoexportador.
El proceso para diversificar las ventas al exterior fue demasiado lento y aunque no es un proceso concluido, en 2014 las exportaciones petroleras representaron apenas poco más de 10% de las ventas al exterior.
La liberalización del precio de la gasolina y la apertura del sector energético al sector privado representan uno de los últimos reductos del proceso de apertura. Aún quedan dos años para lograr el desarrollo de otros sectores, para consolidar el régimen fiscal y se adopten las medidas que eviten una transición traumática. La economía lo agradecerá.