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Oleada de protestas islamófobas en el corazón de Europa

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Unas 10 mil personas respondieron ayer a la llamada del movimiento xenófobo alemán Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente (Pegida) que convocó una manifestación en Dresde para llamar la atención sobre «la necesidad de internacionalizar nuestro movimiento y que Europa entera luche por sus intereses». Pegida ya ha intentado anteriormente asentar sus ramificaciones en Austria, República Checa, Polonia, Hungría, Suecia, Noruega, Finlandia, Estonia, Dinamarca, España, Suiza y Reino Unido. También mantiene contactos con partidos de ultraderecha en toda Europa, pero «hoy se trata de una jornada global de protestas por la fortaleza europea y por nuestros valores», explicaba Tatjana Festerling, que llamó a «recuperar una Europa de naciones soberanas conectadas por la amistad y el respeto».

«Nuestra Alemania se encuentra ante acontecimientos catastróficos, ante la destrucción, así de crudamente debemos decirlo. Nuestro sistema social está abocado a la quiebra. Alemania, como sede económica, como garantía de calidad, está en peligro», describía Festerling la situación ante la que Pegida llama a los europeos a reaccionar y de la que culpa «al cartel de la opinión pública manejado por partidos políticos, medios de comunicación y promotores de la política de asilo, que forman una estructura totalitaria».

Durante la manifestación en Dresde se escucharon gritos de «¡Merkel dimite!» y «¡Europa, cierra las fronteras!». Los oradores desmintieron los cálculos publicados por instituciones alemanas que cifran en pérdidas de cien mil millones de euros el coste de un cierre fronterizo y repitieron insistentemente«no somos nazis, somos ciudadanos preocupados».

Durante la manifestación en Dresde se escucharon gritos de «¡Merkel dimite!» y «¡Europa, cierra las fronteras!»

«La Policía está desbordada y ya no puede garantizar la seguridad en el interior de nuestro territorio… los musulmanes cada día muestran mayor falta de respeto y comportamientos agresivo. Lasviolaciones y los acosos sexuales nos muestran el respeto que sienten por nuestra sociedad y nuestra religión: absolutamente ninguno», denunciaban, «Pegida es la única forma de expresar nuestra resistencia a esta situación… Para nosotros está muy claro, están en juego nuestros valores europeos, nuestra cultura y por encima de todo nuestra libertad».

Pegida es un «movimiento de protesta contra la elite político-mediática» capaz de «crear comunión en Alemania, pero por ahora sin alcance internacional», describe el politólogo de la Universidad de Dresde Hans Vorländer, autor del ensayo «Pegida, significado de un movimiento de indignados».

Carácter local

Pegida, que surgió hace año y medio al calor de la confusión y el temor que ha causado la crisis de los refugiados, «tiene carácter local». «Es un fenómeno de Dresde y se ha convertido para Europa en el concepto general para referirse a un espectro que engloba xenofobia, islamofobia y el rechazo a los inmigrantes y a los refugiados», afirma Vorländer, para quien el movimiento atrae a muchos alemanes del este «que no son xenófobos, pero que tienen mucho por lo que protestar y que se reúnen en estas concentraciones, aunque no escuchen a los oradores».

«El precio por poderse expresar en la calle es aceptar esa retórica afilada de los organizadores», concluye, al tiempo que descarta que el movimiento pueda internacionalizarse con éxito, puesto que responde al «marcado etnocentrismo sajón y de Dresde», que parte de un «estatus de víctima» de esta ciudad, reducida a cenizas por los bombardeos aliados en la II Guerra Mundial y culturalmente expropiada tras la caída del Muro por parte de las elites de la Alemania Occidental.

El rendimiento político del malestar que Pegida agita en las calles, lo está recogiendo un nuevo partido de ultra derecha alemán, Alternativa para Alemania (AfD), que en las últimas encuestas obtiene hasta un 12 por ciento en intención de voto y aparece como la tercera fuerza política en el país.

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