- Los norteamericanos y sus aliados ultiman una ofensiva aérea que se iniciará «en semanas»
Ni venciendo la guerra en Irak y en Siria se acabaría con Daesh, cuyas ramificaciones yihadistas se siguen extendiendo por diversos países. Entre ellos Libia, donde la guerra civil y la caída de Gadafi dejaron un país con un Estado fallido que ahora se intenta recomponer. En paralelo a la reconstrucción de las instituciones, Estados Unidos, consciente de que la amenaza terrorista se ha convertido en un imparable problema en el país -en las últimas semanas han golpeado repetidamente a su industría petrolífera-, prepara una ofensiva aérea para frenar la expansión de Daesh.
Se trataría del tercer frente militar contra esta organización yihadista, que desde hace año y medio se combate por el aire en Siria y en Irak. El general jefe norteamericano en aquel país, Joseph Dunford Jr., ha asegurado que «se preparan acciones militares decisivas» contra Daesh en aquel país, y se ha aventurado a decir que el inicio de los ataques aéreos «es cuestión de semanas».
Se calcula que el autodenominado Estado Islámico (ISIS en sus siglas en inglés) cuenta con unos 3.000 yihadistas en Libia, la mayoría de los cuales se concentra en torno a la localidad costera de Sirte, a medio camino entre la capital, Trípoli, y Bengasi, las dos grandes ciudades que han marcado la fuerte división del país estos años. El general Dunford estima que los ataques aéreos constituirían un «cortafuegos» frente a la creciente expansión del grupo terrorista.
Francia, Italia y Reino Unido
La expansión de Daesh, que se inició en 2014, tuvo como caldo de cultivo elenfrentamiento entre tribus y milicias en medio del caos en que se convirtió el país con la desaparición del dictador Gadafi, lo que favoreció la infiltración de yihadistas.
Con la colaboración de las fuerzas aliadas, sobre todo francesas, italianas y británicas, el Pentágono estudia un plan militar que supondrá un incremento de la implicación de Estados Unidos en la guerra contra Daesh, por ahora sin la presencia de tropas sobre el terreno. La intervención norteamericana contra los yihadistas no está todavía avalada por el respaldo formal del Congreso al uso de la fuerza. El reciente llamamiento del presidente Obama a su aprobación choca con una mayoría republicana inmersa en la campaña electoral.
Mientras, la reciente conformación de un Gobierno de unidad, avalado por la ONU pero no por el Parlamento en el exilio, es el frágil intento de reconstruir las instituciones en Libia. Demasiada división ante una amenaza yihadista que no para de crecer.
