Por: Francisco Garfias
AMLO está convencido de que es su última oportunidad de llegar a Los Pinos, sabe que lo quieren borrar del mapa definitivamente.
Dice el sabio refrán popular que no por mucho madrugar amanece más temprano. Andrés Manuel López Obrador ya lo experimentó. Quiso madrugar en 2006 y 2012, y nomás no le amaneció.
Pero el hombre no se da por vencido. El persistente tabasqueño ya se levantó para competir en 2018. No para de andar en campaña, a pesar de que la salud ya le dio un susto fuerte.
Su figura aparece en todos lo spots de Morena junto con otros políticos “desmañanados” que han hecho de los tiempos oficiales de sus partidos en los medios electrónicos instrumentos de promoción personal.
Estamos hablando de Ricardo Anaya, jefe nacional del PAN, y Agustín Basave, del PRD.
Andrés ya hasta elaboró su lista de potenciales contendientes en 2018, convencido de que “la tercera es la vencida”. Sabe que una cuarta ya no le alcanza. No hay que descalificarlo. Va bien en las encuestas.
Este hombre que dice no estar viejo, sino “aflojado en terracería”, está empeñado en arrebatarle a Cuauhtémoc Cárdenas el título de “candidato perpetuo” que le endilgó otro de su contemporáneo: Porfirio Muñoz Ledo.
El ingeniero fue tres veces candidato presidencial. Estuvo cerca la primera, en 1988. Pero le tumbaron el sistema. En el 94 quedó en tercero y en 2000 ídem.
Andrés no incluyó al Joven maravilla del PAN en su lista de presidenciables. Tampoco al político-académico que hoy conduce los destinos del PRD.
El único jefe de partido que sí está entre en los potenciales candidatos para 2018, que Andrés vislumbra, es el priista Manlio Fabio Beltrones, quien, por cierto, no ha ocupado los tiempos oficiales en los medios electrónicos como trampolín personal.
En la lista de los candidatos de lo que llama “la mafia en el poder”, López Obrador también metió a su otrora aliado Miguel Ángel Mancera, jefe de Gobierno de la Ciudad de México. No encontró a nadie más en la izquierda institucional.
También incluyó al gobernador independiente de Nuevo León, Jaime Rodríguez, alias El Bronco, en el grupo manejado por el innombrable Carlos Salinas de Gortari, a quien sigue otorgando poderes excepcionales.
Donde más aspirantes ve el tabasqueño es en el PRI: Miguel Ángel Osorio, Luis Videgaray, Aurelio Nuño, José Antonio Meade y al propio Manlio Fabio Belrones.
La lista en el PAN la redujo a dos: Margarita Zavala y Rafael Moreno Valle, aunque de todos es sabido que Ricardo Anaya ya se la creyó y quiere.
Andrés está convencido de que es su última oportunidad de llegar a Los Pinos, aunque sabe que lo quieren borrar del mapa definitivamente.
El PAN va con sus mejores hombres y mujeres a la Asamblea Constituyente de la Ciudad de México. Sabemos que va a postular lo más pesado que tiene.
Inició el registro de aspirantes ante el comité regional, que encabeza Mauricio Tabe. Se mencionan figuras como Santiago Creel, el propio Tabe, incluso Jorge Romero, quien tendría que pedir licencia como coordinador del grupo azul en la Asamblea Legislativa.
No hay duda de que la ALDF pasará definitivamente a segundo término en lo que resta de la Legislatura. Quedará opacada por los figurones que se ocuparán de aprobar la Constitución local.
Uno de los primeros inscritos fue el calderonista José Luis Luege, extitular de Conagua y de Semarnat, nombre con larga trayectoria política en la capital del país.
Todos los aspirantes —hombres y mujeres— deberán pasar una primera aduana en la Comisión Permanente del Comité Directivo Regional y una definitiva con la Comisión Permanente del PAN nacional.
Ya sabemos que el PRD enviará a sus figuras históricas a la Comisión Redactora de la Constitución: Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo, Ifigenia Martínez y Alejandro Encinas.
Vamos a lo feo: tenemos el Índice Global de Impunidad México de la Universidad de las Américas y del Consejo Ciudadano de Seguridad y Justicia. Lo distribuyeron durante los Foros Anticorrupción que se organizaron en el Senado durante la semana que termina.
Nos llamó particularmente la atención el capítulo referente a la impunidad estatal. Las entidades se dividen en cinco grupos distintos: las que tienen niveles más bajos de impunidad, las que están en un grado de impunidad medio, las que lo tienen alto, muy alto y atípico.
Campeche y Nayarit son los que mejor clasificados están. Ambos estados tienen muy bajo nivel de impunidad. Le siguen San Luis Potosí, Ciudad de México, Chihuahua, Sonora y Chiapas. En luz amarilla se ubican Guanajuato, Zacatecas, Colima, Jalisco, Tlaxcala, Hidalgo, Aguascalientes, Tabasco, Puebla, Sinaloa y Morelos.
Las peores entidades en materia de impunidad: Baja California Sur, Oaxaca, Nuevo León, Querétaro, Veracruz, Yucatán, Coahuila, Guerrero, Tamaulipas, Durango, Baja California, Estado de México y Quintana Roo, que es el estado peor calificado.
Un solo estado está en el rubro “atípico”: Michoacán.