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viernes, julio 26, 2024
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A 20 años aún falta mucho camino que recorrer: PMC

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dice que aún hay mucho por hacer en materia de democracia
En el año de 1995, la novedad
de las elecciones  radicaba en el hecho de que por primera vez
serian  organizadas y conducidas por un consejo integrado con ciudadanos
propuestos por los partidos políticos, 
dejaría de ser  prerrogativa del ejecutivo estatal y por lo tanto,
dejarían de  responder de manera directa
a la encomienda del ejecutivo. De este modo empezaron los órganos electorales a
ser autónomos del organigrama del ejecutivo, es decir aparecieron los nuevos
organismos electorales, con patrimonio y presupuestos propios.  Es  el
tema que hoy nos ocupa y nos tiene aquí sentados este día.
Fue el  28 de mayo de 1995,
cuando se pusieron a prueba las reformas electorales que se  consideraban
deberían de ser el sustento para el avance y la democratización de los procesos
electorales de la entidad. Sin embargo en los hechos, cada uno de los procesos
llevados a cabo en estos veinte años, no han podido estar a la altura de las
expectativas ciudadanas y haciendo memoria, en el transcurso  de los años  hemos sido testigos en la
mayoría de los casos, de los famosos “Repartos del Pastel”  que no es otra cosa que los nombramientos de
los consejeros designados por cuotas de los partidos en el poder: PAN, PRI,
PRD. Trayendo como resultado un instituto con consejeros que responden a quien
los puso, dejando a un lado los valores primordiales de todo árbitro electoral
y  la auténtica autonomía quedó hecha “tercios”.
 Podemos recordar que se han desarrollado
procesos electorales viciados y  el uso
de viejas prácticas electoreras que emanan de una cultura heredada
generada por  los  niveles de pobreza en la que  aún vive la mayoría de la población ya que a cambio de dádivas, como, despensas, materiales de
construcción, incluso reparto de bebidas alcohólicas, es como se han venido realizando
 en el estado el intercambio político. Es decir,  la inducción y la compra del voto.
Históricamente, Yucatán es y
ha sido ejemplo de lucha cívica y electoral, el sufragio femenino en 1922 y las
marchas por los derechos cívicos son temas que hasta hoy se escuchan en las
sobremesas familiares. Recordemos elecciones históricas ganadas a pulso por la
ciudadanía: La de Don Víctor Manuel Correa Rachó 1968 y la de Ana Rosa Payán en
1991.
Con tamaño estándar de
ciudadanía, de fondo los procesos electorales no han generado las certezas que
la sociedad se merece del  órgano rector
y calificador, pero los ciudadanos ante tanto abuso y mal uso pueden cansarse y
dejar de participar, como pasa en otros estados en el que participemos del 40
por ciento del electorado.
Sería injusto de nuestra
parte  no reconocer el hecho de que actualmente existen consejeros que con
sus actitudes  han decidido remar contra la corriente de los intereses
grupales y partidarios reacios y opuestos a la real ciudadanización de los
procesos electorales. Y por ende de los procesos  democráticos en Yucatán.
Sin embargo poco pueden hacer
cuando los más, se oponen y boicotean todo esfuerzo de legalidad, certeza,
máxima difusión y equidad.
¿Qué hay que celebrar 20 años
de existencia del Instituto? Pienso que sí.
Pero que hay que validar su
aportación a una   participación
ciudadana consciente y a elecciones limpias, no me atrevería a aseverarlo.
Sé que con la nueva reforma electoral,
la  Ley centralizadora,  la de la creación del  INE, las funciones sancionadoras y
fiscalizadoras quedaron acotadas para los institutos estatales. Es urgente y
necesario que se  devuelva la capacidad
de sancionar las faltas que se cometan durante el proceso, pugnamos por que los
diputados promuevan esta reforma y por supuesto cuentan con nosotros para
sumarnos a ellos, pero el civismo, la vigilancia del  correcto funcionamiento de sus órganos
municipales y distritales, entre otras atribuciones, esas, también se quedaron
cortas.
No se trata sólo de pasar un examen y
contar con experiencia, para garantizar 
un buen Consejo, sino la calidad ética y la imparcialidad de su actuar.
Moral, justicia  impunidad y transparencia, son conceptos
básicos y profundos que se usan en discursos demagógicos de autoridades sin
sustento.
Pero aquí, deberían de resonar
como campana llamando a los ciudadanos a una fiesta cívica.
Creo que como consejeros
electorales  tienen una deuda muy grande
con los yucatecos, sé que tienen mucho por hacer, por ejemplo el cambio de
funcionarios heredados dentro de este instituto, la revisión y solicitar la
sanción del trabajo realizado por los consejos municipales, sobre todo el de Mérida
que alberga el 43 por ciento del electorado y que este último proceso dejó
incertidumbre, falta de transparencia y poco profesionalismo, así como también
encontrar los mecanismos para combatir la impunidad, porque la autonomía no
debe ser sinónimo de  inmunidad.
Sé que tienen el interés, el
tamaño profesional y mucha experiencia.
Sé  que
encontrarán ese camino. No esperemos otros veinte años.

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