Por: Carlos MARÍN
En su colaboración especial de ayer, Roberto Blancarte planteó las interrogantes de si fue el Presidente quien asistió a la Basílica de Guadalupe, “¿o será que nos quedamos sin él durante esas dos horas?”.
La duda pareciera ociosa pero es por demás procedente ya que, con todo y Juárez, Calles, la Cristiada, el hegelismo precoz de López Portillo, el establecimiento de relaciones y las recurrentes visitas de Juan Pablo II, entre el Estado laico mexicano y la Iglesia Católica Apostólica Romana lo único diáfano ha sido la prevalencia de una relación esquizoide.
Y tanto que inclusive, como también apuntó Blancarte durante las transmisiones que desde el primer día viene haciendo MILENIO Tv, Peña Nieto dio a entender al Papa que todos los mexicanos son católicos, omitiendo u olvidando que 20 millones no, en tanto que el Papa supone, erróneamente, que todos, además, son (o somos, Kimosabi) guadalupanos.
¿El Presidente fue a misa y comulgó como tal, o como ciudadano?
Vicente Fernández diría que no es lo mismo, pero es igual…
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