Los teléfonos de la tienda Barabas en Estados Unidos no paran de sonar. El lanzamiento de su línea de camisas inspiradas en las que vistió Joaquín El Chapo Guzmán en la entrevista que concedió en exclusiva a la actriz Kate del Castillo y en su encuentro con el actor Sean Pen, han sido un hit.
“¡Esta es la camisa! Es la sensación del momento, los teléfonos no paran de sonar. Estamos haciendo muchas ventas, muchos envíos y se esperan más”, dijo Sandra Macías, gerente de la tienda Barabas a la agencia Efe.
La marca estadunidense promociona así su nuevo producto: “Las camisas de El Chapo, las más buscadas”, y las oferta en la no módica cantidad de 128 y 107 dólares.
La camisa con el diseño que usó El Chapo para la foto publicada por la revista Rolling Stone cuesta 128 dólares, unos dos mil 304 pesos, y la que vistió durante la entrevista cuesta 107 dólares, mil 906 pesos.
Barabas para hombres, fundada en 2007, se ha colocado con éxito entre los clientes latinos, en particular aquellos que gustan de la música grupera. Pero la venta de las camisas con el diseño que usó El Chapo en sus entrevistas le dieron a la empresa un empuje publicitario que no esperaba.
“En unos minutos recibí 60 ó 70 mensajes de mis clientes, estaban locos, preguntaban ¿cuántas piezas tiene? las necesito, ¿tiene en inventario?, ¿cuánto cobra ahora?”, relató la gerente de Barabas a Efe.
Barabas tiene dos canales de distribución, una al mayoreo que realiza en el Distrito de la Moda de Los Ángeles, y otra al menudeo que realiza en línea.
Esta última ha registrado problemas en los últimos dos días pues su página se ha caído varias veces debido al volumen de personas que han intentado ingresar un pedido.
Los pedidos llegan desde los lugares más remotos de Estados Unidos, México y hasta de países latinoamericanos.
El Chapo no es el único capo que ha impuesto moda. En 2010 cuando se dio la captura de Édgar Valdez Villarreal, La Barbie, exoperador del Cártel de los Beltrán Leyva, vestía una camisa Polo color verde del reconocido diseñador Ralph Lauren y las camisas empezaron a venderse como “pan caliente”.
