Cada año hasta siete jaguares pierden la vida atropellados en la Reserva de la Biósfera Calakmul. La deforestación impulsada por las obras de diversa índole en los últimos años en la zona, a la que próximamente se sumarán también los trabajos del Tren Maya, han afectado la seguridad de esta especie en peligro de extinción.
Así lo revelan datos y estimaciones de activistas, expertos en ecología de carreteras y representantes de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP), quienes advierten que el balance de felinos fallecidos es conservador debido a la cifra negra de jaguares atropellados y que no son reportados.
En la Península de Yucatán habitan al menos 2 mil 800 jaguares, de acuerdo con el último censo de 2018; sin embargo, el jaguar y otras especies vieron afectados sus corredores biológicos por la deforestación que se hizo para la construcción de la carretera federal 186 —que va de Escárcega, Campeche, a Chetumal, Quintana Roo—, así como el desarrollo de infraestructura eléctrica y la producción agropecuaria, explicaron las fuentes consultadas.
Tan solo en la Reserva de la Biósfera de Calakmul, estos proyectos han provocado el desmonte de mil hectáreas cada año, según datos de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa).
Carlos Coutiño Cal y Mayor, subdirector de la Reserva de la Biósfera Calakmul de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, explicó que no tienen una estadística concreta de jaguares atropellados, pero que esta situación es muy recurrente.
Animal Político realizó una revisión de los reportes de atropellamientos de jaguares en la zona de Calakmul por parte de la Profepa, CONANP, activistas, estudios científicos, la plataforma Registro de Fauna atropellada en carreteras Mexicanas y reportes periodísticos, pero cada fuente maneja datos distintos, entre dos y siete incidentes promedio al año, desde 2016 a la fecha.
La variación de estas cifras tiene una explicación: que no todos los atropellamientos de jaguares son denunciados o atendidos, pese a que es un delito con una pena que va de uno a nueve años de prisión, según el artículo 420 del Código Penal Federal.
Expertos consultados por este medio coincidieron que los pobladores son quienes principalmente reportan los cadáveres —normalmente abandonados en las cunetas de las carreteras—, pero a veces no lo hacen o solo se quedan en reportes de redes sociales.
A esto se suma que los representantes de autoridades ambientales o de la reserva están rebasados, al tener poco personal para las 723 mil hectáreas de la Reserva de la Biósfera de Calakmul.
“No tienen la capacidad, no tienen el tiempo, no tienen recursos ni para gasolina”, dijo en entrevista Mirna Manteca, bióloga y experta en ecología de carreteras.
“Para hacer estos registros, el conductor se tiene que bajar, ponerse en riesgo y pues avisar que atropelló a un animal y no lo va hacer. Por otra parte, la ciudadanía a veces no lo reporta porque hay un desconocimiento”.
Heliot Zarza Villanueva, experto en conservación de mamíferos silvestres, explicó que es común que los pobladores de la zona solo hagan el reporte por WhatsApp, pero finalmente quien debe confirmar y realizar un expediente es el personal de la Profepa, algún guardaparques, representantes de la reserva o funcionarios de la CONANP, pero, al final, todo dependerá si hay personal disponible para atender el reporte.
Estos atropellamientos y la falta de información surgen a pesar de que existen diversos proyectos para la conservación y monitoreo del jaguar en la Península de Yucatán, realizados por el gobierno local y federal, así como organizaciones civiles y otros países.
Con información de Animal Político